Un blog chapucista, de fumadores, y de derechas

viernes, 18 de junio de 2010

Ecos

Las respiraciones bajo la lluvia tienen matices metálicos, un curioso tictac, al igual que el sabor de la sangre fresca.



Cada uno de los pasos que doy bajo la lluvia son sobre charcos, facilitándome así recordar el sabor de las tardes infantiles, el tacto de los besos de antes de ir a dormir y el peso de una acuarela a la que se le pone un punto y final tras semanas de duro trabajo.

Cada vez que doy uno de estos pasos, el taconeo de las botas me hace evocar el chasquido de los engranajes del viejo reloj que, de forma casi obligatoria, los abuelos tienen en su salón monocromo.



Todo tiene su mecánica: el sonrojo de unos ojos azules, la mente de un asesino en serie, los pestañeos coquetos de una prostituta, los tics de un maníaco-depresivo y los últimos latidos de un corazón.

Incluso el hecho de abotonarse la casaca cada mañana tiene un regusto metálico, sentido a través de los dedos al manipular los botones fríos.



Sólo nos queda cuestionarnos qué sería de esta perfecta armonía de relojería si uno de los engranajes deseara poner fin a su trabajo.

¿La nada existencial?
 

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