Finisterra

Amanace y nos encontramos sumergidos en el día a día. La rutina vuelve para saborear las mieles de la pasividad humana, dada al desencanto amoroso de los actos automáticos del sinvivir humano. La existencia e individualidad del hombre anulados por la monotonía de la acción diaria.

La vida está hecha para ser vivida, no podemos ser meros espectadores de nuestra propia vida, porque nosotros somos protagonistas de una novela que cada dia se hace más y más larga, puede ser más barroca o más clásica, más corta o más extensa e incluso puede tener alguna página rota.

Nacimos para morir pero ese hecho existencial es lo que nos marca, lo que nos hace únicos y lo que nos está diciendo que no podremos estar siempre aquí, que no podemos ser espectadores, que no podemos dejar que llegue. La muerte es la marea que te arrastra en el mar, nosotros intentamos nadar para no ahogarnos, nademos pues en busca de una autorealización. Busquemos el onanísmo cósmico llamado vida, Dios, o como quiera llamarse.

Aquí estamos, y de aquí nos iremos, pero este período de tiempo es el idóneo para conocer quienes somos.

No todo tiene porqué ser triste, aunque muchas veces es cierto, pero nosotros estamos condenados a la muerte, que nos terminará acogiendo pero un ser humano no solo es el continente, es el contenido, y ese contenido continua existiendo en la memoria de otros, solo se puede morir cuando se olvida, esa es la inmortalidad que el humano aspira, el recuerdo de otro ser humano que añora lo que ha perdido. Debemos entender ese paso, un paso dificil pero una vez entendido podemos decir que no tenemos miedo a la muerte, que es el fin del camino pero no será finisterra para nosotros.

Fdo:
Un humilde redactor